martes, 3 de diciembre de 2013

Ojos de conejo. Parte 2

La cantidad de luz y oscuridad se verá reflejada en la cantidad de fascinación 
y terror que sienta el elegido actual al andar por este camino.
Día 2

Recuerdo poco de la tarde de ayer. Me dolía la cabeza, y tenía mucho sueño, pero para mi fortuna era viernes, y casi no tenía trabajos por hacer, así que me dispuse a dormir. Cuando pasé por el lugar que estaba marcado sobre mi plano en mi sueño, tuve una extraña sensación que, se la hubiese atribuido al cansancio acumulado y al estrés pero las visiones que tuve a continuación no fueron para nada normales, ya que me visualizaba a mi, saltando dentro de una coladera, y avanzando por un lugar oscuro, hasta llegar a una puerta, luego... unos ojos de animal, pero no eran tan inocentes como suelen serlos, estaban cargados de maldad y perversión. 

Desperté en mi cama, el sábado, a las 3:12 p.m. Sin duda, había dormido mucho, y también había descansado, pero aun me inquietaban las visiones del día anterior. Mis ojos se llenaron de lágrimas y un terror indescriptible se apoderó de mi ser, sin ninguna razón aparente. Cuando me tranquilicé un poco, me levanté tomar el desayuno -a estas alturas del día, más bien almuerzo o comida- y salí de mi habitación. Voltee hacia atrás y posé mi mirada en la tapadera del aljibe, eso era como...

El teléfono sonó de repente, y corrí a contestarlo. Sonó la voz de un viejecillo, una voz cansada y un tanto áspera

-Ally, ¿eres tú?

Me quedé atónita con el teléfono en la oreja, mi nombre era Ally, y me parecía raro que alguien a quien no había escuchado en mi vida, supiera mi nombre y me hablara con tanta confianza.

-¿Ally? ¿Estás ahí? ¿Puedes escucharme? ¿Ally?
-¿Quién es? -Pregunté insegura, pero tratando de sonar firme, y de pensar razonablemente mis respuestas y argumentos que tuviese que dar
-Eso no importa ahora, se que lo has visto -al decir esto, su tono de voz cambió. Se tornó un poco sombrío y preocupante
-Si no me dice quien es y qué quiere, llamaré a la policía, tengo identificador de llamadas -respondí exaltada
-No te preocupes, que el número del que te estoy marcando es el mismo que el tuyo, ya sabes, cosas de muertos -al decir esto, me dejó helada, y el mismo miedo que sentí antes volvió a manifestarse- sólo te llamé para decirte que no puedes escapar. Tienes que ir, lo que viste no fue una coladera, fue tu aljibe que ha estado bastante tiempo sin usarse. Entra por ahí... trata de calmarte o la oscuridad hará todo más peligroso. Es tiempo de irme, te deseo éxito.

Tras decir eso, colgó. Pensé en llamar a la policía, pero lo dudé, por que ¿cómo se había enterado de que había tenido una visión de mi entrando en el aljibe o coladera? además, revisé el número, y era exactamente como él lo había dicho, incluso revisé en los números a los que había marcado, y efectivamente, aparecía que me había llamado a mi misma. Fuera lo que fuera, decidí comer primero, ya que, estaba dispuesta a revisar el aljibe para quedarme tranquila, o de lo contrario, la incertidumbre no me dejaría concentrarme en nada.

Era hora, así que levanté la tapa de tridilosa y cemento. Tomé la linterna que mi papá me había regalado, e iluminé el fondo del aljibe... el viejo tenía razón: no tenía una sola gota de agua. Bajé por la escalera de mano que estaba en una de las paredes de la cisterna. Era amplia. Revisé todas las paredes desde abajo y miré una puerta de metal, muy oxidada, que daba a entender que alguna vez había habido agua. Al abrirse, produjo un chirrido, típico de las bisagras casi inmóviles por la cantidad de óxido acumulado. No estaba tan asustada, me encontraba más fascinada por el hecho de que hubiese algo así en mi casa. Al otro lado de la puerta había un pasillo largo e iluminado, en medio, había un canal de agua (probablemente ahí era a donde iba el agua que debía de llegar al aljibe para ser almacenada). Apagué mi linterna y pasé por la puerta. Ésta se cerró de golpe detrás de mi, impidiéndome salir... me asusté muchísimo, y  traté de abrirla. La luz se fue apagando, y mientras más miedo sentía, más oscuridad había. En la puerta, apareció una inscripción al rojo vivo, las letras emanaban calor, como si se tratara de metal ardiente. Formaron una frase, que daba a entender que la oscuridad era culpa de mi miedo, y la luz de mi deseo de aventura... luego de eso, traté de tranquilizarme pero... aun no se cómo describirlo.

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